Fuimos parte del movimiento ecologista que en los años 1980s salimos a llamar la atención del público sobre el maltrato a la naturaleza que ejercían naciones y corporaciones.
Nos opusimos y salimos a marchar contra Hidroaysén; nos impactó y promovimos el documental "Una Verdad Incómoda"; le creímos a la "Unión de Científicos Preocupados" y a los catastróficos informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de las Naciones Unidas. Pero actualmente, al igual que muchos ecologistas, estamos sorprendidos por la forma que ha tomado la causa que ayudaron a fundar y las consecuencias que tienen las políticas respaldadas por esta.
Una irracional campaña por la "descarbonización" llevada a cabo por grupos políticos anarquistas y ecologistas anticapitalistas en los países democráticos occidentales están poniendo en peligro la gobernabilidad y el progreso de estas naciones. Pretenden terminar con los combustibles fósiles que proveen de la necesaria energía y bienes que han permitido el progreso de la humanidad. Calor, electricidad, energía, transporte, fertiliantes, ropa y comida, son algunos de los productos extraídos del petróleo, carbón y gas natural.
La narrativa surguida de un perversa alianza entre un motivado grupo de políticos, inversionistas en busca de nuevo negocios, algunos oligarcas mesiánicos y científicos oportunistas sostiene que el leve calentamiento observado en el hemisferio norte, es causado por el efecto invernadero del CO2, producido por la quema de los. Han instalado el concepto de "Cambio Climático", que sería consecuencia del aumento del CO2 como explicación a casi todas las catastrofes naturales recientes y pronostican futuros desastres apocalípticos si no se paraliza el uso de los combustibles fósiles, sin medir las consecuencias que esta narrativa está teniendo en los países desarrollados y en desarrollo.