Nueva apuesta nuclear por la energía del futuro.
Siete naciones firmaron en París el acuerdo inicial del proyecto ITER, un reactor de fusión nuclear que pretende producir energía limpia y barata.
(22 Nov. 2006 - DW - CA) Un consorcio de los países más poblados del mundo insiste en que es posible obtener energía de la fusión nuclear controlada. Así se puede deducir de la aprobación del proyecto ITER, el reactor nuclear más grande de la historia.
El proyecto del Reactor Experimental Internacional Termonuclear (ITER) vio luz verde en París con un acuerdo firmado por mandatarios de la Unión Europea (UE), China, EEUU, India, Japón Corea del Sur y Rusia.
Imagen: Modelo de reactor termonuclear por fusión. Reproduciendo en la tierra un proceso similar al que se desarrolla en el sol, el ITER conseguiría energía nuclear a través de la unión de partículas a altas temperaturas. Como combustible no necesita minerales escasos como el uranio, y en caso de funcionar, le bastarían materiales que se pueden extraer del agua del mar.
Sus promotores esperan que el reactor produzca energía más limpia y más barata. Políticos como Jacques Chirac y Durao Barroso alabaron el proyecto resaltando la colaboración internacional y calificando el experimento como un avance para una energía duradera y respetuosa con el medio ambiente.
Fusión vs. Fisión
El ITER se instalará en Cadarache (Sur de Francia) y será el segundo gran reactor modelo Tokamak en Europa después del de Oxford (1991). Con este modelo, los científicos apuntan a la fusión nuclear como una factible opción de futuro todavía en fase de investigación. A diferencia de los reactores de fisión actuales, no ocupa materiales radioactivos, con lo que evita el problema del almacenamiento de residuos nucleares además de no emitir gases de efecto invernadero.
Sin embargo, tras proyectos como el de Oxford surgen dudas sobre la viabilidad económica. El reactor necesita de grandes cantidades de energía para provocar las reacciones. Con un reactor de grandes dimensiones como el ITER, los científicos esperan conseguir la energía necesaria pero aun así, sólo produciría una cantidad similar a la de una central actual además de necesitar la décima parte de ella para su propio funcionamiento.
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Con un presupuesto total que asciende a 10.300 millones de euros, el experimento será el segundo más caro de la historia detrás de la Estación Espacial Internacional. La UE será la principal inversora con una participación del 50% en la construcción y del 34% en la explotación.
Los firmantes esperan así hacer frente a la escasez de fuentes fósiles de energía en el planeta. Cada país tiene asignada una parte de la ejecución de proyecto. Si el resultado es el deseado, la propiedad intelectual del prototipo quedará en manos de los firmantes y podrá ser explotada comercialmente, previsiblemente a mitad de siglo.